La enfermedad causa alrededor de 5.600 muertes en el mismo período, y se estima que una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama en algún momento de su vida. Menos del 15% de los casos son hereditarios. La importancia de conocer los factores de riesgo para una correcta prevención
El cáncer de mama es la causa más frecuente de muerte por cáncer en todo el mundo y la segunda causa de muerte por cáncer en los Estados Unidos. En la Argentina, se diagnostican aproximadamente 18.700 casos nuevos por años (36% del total de cánceres en mujeres) y se estima que se producen cerca de 5.600 muertes por año.
Y dado que sólo del 12% al 14% de los cánceres de mama son hereditarios, resulta interesante profundizar en los otros factores de riesgo de esta enfermedad, como el tipo de alimentación, los hábitos saludables y el estado inmunológico de la persona.
Según precisó el doctor Martín Engel (MN 108057), de Patología Mamaria del Hospital Alemán, “las tasas de mortalidad más elevadas se dan entre los 50 (41,6 cada 100.000 mujeres) y los 80 años (215,8 cada 100.000 mujeres)”.
Se estima que una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama en algún momento de su vida y, aproximadamente, la mitad de estos pueden explicarse por la presencia de factores de riesgo específicos.
“La mayoría de los casos son diagnosticados a partir de un hallazgo anormal en un estudio de control (ecografía mamaria, mamografía y/o resonancia nuclear magnética) -detalló el especialista. Sin embargo, algunos casos son detectados por la presencia de determinados hallazgos clínicos como pueden ser la palpación de nódulos o áreas hinchadas o abultadas, cambios en el aspecto de la piel (enrojecimiento y/o retracción) y/o la secreción sanguinolenta por el pezón, entre otros”.
Engel hizo hincapié en que “las herramientas disponibles en la actualidad para la prevención y el diagnóstico precoz de cáncer de mama son especialmente importantes para aquellas mujeres que presentan mayor riesgo de desarrollar la enfermedad y para las cuales el inicio temprano del tratamiento se traduce en una reducción de la mortalidad”. Por eso es importante estimar cuál es ese riesgo y de esa manera recomendar la modalidad y la frecuencia del control mamario, la necesidad de realizar estudios más dirigidos, como la determinación de mutaciones genéticas, así como para considerar la implementación de tratamiento preventivos o cirugías profilácticas (mastectomía reductora de riesgo).
En ese sentido, explicó que “existen categorías de riesgo que son definidas por la probabilidad de ser diagnosticadas con cáncer a lo largo de su vida y no por el riesgo de morir a causa del cáncer de mama”.
Si bien no existe consenso ni estandarización respecto a los porcentajes exactos de riesgo de desarrollar cáncer para cada una de las categorías, en general se distribuyen en riesgo promedio (menor a 15%), riesgo moderado (15-20%) y riesgo alto (mayor a 20%).
“La mayoría de las mujeres pueden categorizarse basándose en los antecedentes familiares y personales -puntualizó Engel-. Los principales factores utilizados son antecedentes personales de cáncer de mama o cáncer de ovario, antecedentes familiares de cáncer de mama o cáncer de ovario, predisposición genética (ser portadora de una mutación genética) y antecedente de radioterapia en el tórax entre los 10 y los 30 años”.
Las mujeres que no presentan ninguno de estos factores son consideradas de riesgo promedio y engloba a la mayoría con un riesgo estimado de desarrollar cáncer del 12,4%.
Por su parte, según el especialista, “las mujeres con riesgo moderado son aquellas con historia familiar de cáncer de mama en parientes de primer y segundo grado materno o paterno”. Este riesgo se modifica significativamente con el número de parientes afectados, siendo del doble en aquellas mujeres con un familiar de primera línea diagnosticado con esta enfermedad y de hasta tres veces mayor en mujeres con dos familiares de primera línea diagnosticados con cáncer de mama.
Asimismo, la edad del diagnóstico de cáncer de mama en el familiar de primer grado impacta de manera crucial en el riesgo, siendo tres veces mayor si el diagnóstico en el familiar de primer grado fue antes de los 30 años. Las mujeres que presentan alto riesgo son aquellas con antecedentes personales de cáncer de mama, antecedentes de radioterapia previa en la región torácica entre los 10 y 30 años de edad, así como la sospecha o confirmación de ser portadoras de una mutación genética.
Existen también otros factores de riesgo asociados al cáncer de mama. Por ejemplo, la edad, ya que el riesgo de cáncer de mama aumenta al tener más años, siendo de 1 en 53 en mujeres menores de 50 años y 1 en 14 en mujeres mayores de 70 años. Asimismo, el sexo es determinante debido a que el cáncer de mama es 100 veces más frecuente en la mujer que en el hombre. La obesidad y el sedentarismo, el hecho de no tener hijos, presentar menarca temprana (primera menstruación), menopausia tardía y el uso de estrógenos exógenos también son factores de riesgo. Sin embargo, estos factores no son necesariamente incorporados en la evaluación inicial para determinar una categoría de riesgo y por ende una estrategia de control y seguimiento.
Cuál es el mejor método para detectar el cáncer de mama
Los distintos métodos imagenológicos tienen como objetivo principal la detección temprana de lesiones malignas iniciales. Cada uno presenta ventajas y desventajas y no son excluyentes sino convergentes, aumentado el porcentaje de diagnóstico de cáncer de mama siempre que sean solicitados por un especialista.
“La mamografía es el principal método utilizado para la detección de cáncer de mama por ser el único estudio por imágenes que demostró una reducción en la mortalidad por cáncer de mama, pudiendo detectar lesiones malignas desde un año y medio hasta cuatro años antes de que una lesión sea clínicamente evidente”, aseguró el especialista, para quien “sin embargo, es importante mencionar que un 15% de cánceres pueden pasar inadvertidos. La ecografía mamaria cumple el rol de acompañar a la mamografía, utilizándose para la evaluación de lesiones solidas o quísticas que no pueden ser evaluadas mediante la mamografía”. Por eso es que se acostumbra a pedir una ecografía mamaria junto a una mamografía, especialmente en pacientes pre menopáusicas, donde el tejido mamario es más glandular y por ende más denso.
Asimismo, “la ecografía mamaria adquirió un papel importante como guía en los procedimientos de punción”, mientras que “la resonancia nuclear magnética es otro estudio imagenológico empleado para el diagnóstico y seguimiento del cáncer de mama, pero no debe emplearse como estudio control y se reserva para aquellas mujeres con alto riesgo genético (portadoras de mutación genética)”, remarcó.
Por otro lado, como parte de la detección y de la rutina diaria, es de suma importancia que las mujeres se realicen un autoexamen mamario. El mismo consiste en palpar suavemente toda la superficie de ambas mamas para verificar si notan cambios o irregularidades, lo que facilita la detección temprana de un tumor incipiente, aunque lo ideal sería detectar el cáncer con anterioridad a que éste pueda ser percibido durante este proceso.
El médico especialista en diagnóstico por imágenes, Enrique Martín Rossi enumeró los pasos para este autoexamen:
Frente al espejo:
1- Colocar los brazos a los lados del cuerpo
2- Colocar las manos en alto por detrás de la nuca
3- Poner las manos en la cintura, apretando hacia abajo e inclinándose hacia delante
Recostada:
1- Levantar primero un brazo por encima de la cabeza
2- Utilizando la yema de los dedos comenzar a examinarse con pequeños movimientos circulares alrededor del pezón y continuar por todo el seno
3- Luego, de arriba hacia abajo y viceversa, en forma vertical
4- En forma horizontal, desde la axila hasta el esternón
5- Palpar la axila
6- Repetir el mismo procedimiento para examinar el otro seno
Si bien el examen mamario realizado por el profesional entrenado ocupa un lugar singular como parte del control mamario, especialmente en aquellas mujeres con sintomatología o anormalidades en la mama, existe poca evidencia que demuestre un beneficio en el diagnóstico precoz de cáncer de mama, ya sea solo o acompañado por la mamografía. El autoexamen mamario cumple un rol de concientización en la mujer respecto a la anatomía y la salud de sus mamas. Es importante enfatizar que el autoexamen mamario no reemplaza a la mamografía y que ante el hallazgo de cualquiera anormalidad es mandatorio la consulta con un mastólogo.