El mandatario consideró que la agitación cambiaria fue un mensaje para acelerar el recorte del gasto y disminuir la necesidad de endeudarse.
“Claramente esta semana el mundo ha decidido que la velocidad en que nos comprometimos a reducir el déficit no era suficiente y por eso tenemos que acelerar”.
La afirmación sintetiza en un todo el objetivo venidero del Gobierno, que atravesó, explícita e implícitamente, la conferencia de prensa de 35 minutos que el presidente Mauricio Macri dio ayer en Olivos.
Sus dichos fueron la oficialización del fin de lo que desde diciembre de 2015 dio en llamar el “gradualismo” del ajuste.
Dicho en otros términos: a partir de ahora todo estará sujeto desde el Gobierno a reducir drásticamente el déficit fiscal en lo que resta del año , sobre todo en el Presupuesto del 2019, en el marco del inicio de conversaciones en pro de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Macri fue claro ante la pregunta de Los Andes acerca de si el “gran acuerdo nacional” al que convocó tendrá el propósito exclusivo de reducir el déficit o se proyectará a otros acuerdos. Si bien dijo que podría proyectarse, Macri precisó que la primera puerta a abrir en ese sentido es “un gran acuerdo” que permita “acelerar” la reducción del déficit, “para crecer” y bajar la inflación.
“Lo primero es empezar por este Presupuesto y después ojalá que en esta dinámica, si tenemos éxito con esto, vamos a estar listos para lograr cosas mucho mejores o más específicas de cada sector”, amplió ante la pregunta.
Nadie, según se desprende de las palabras de ayer del Presidente, podrá hacerse el desentendido ante el “desafío” de resolver el problema del déficit que, insistió en todo momento, desde hace más de 70 años impide el crecimiento del país.
Ni los gobernadores y los senadores de la oposición, más los empresarios, con los que se reunió en los últimos días, ni con los sindicatos con los que, prometió, se reunirá en los venideros. “Sí, a todos”, respondió a una pregunta específica acerca de si también al kirchnerismo.
Antes, también ante la consulta de este diario, terminó por confirmar que durante 2018 la inflación será mayor a la prevista y el crecimiento, menor, aunque repreguntado en cuánto dijo que aún no tenía ese dato.
Desde la primera fila de la sala de conferencia de Olivos, lo siguieron, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los dos vicejefes, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, junto al ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
Aunque no es parte del equipo económico, Peña fue de hecho ratificado en el cargo, cuando se le preguntó al respecto, si se tiene en cuenta que el jefe de los ministros fue quien el 28 de diciembre lideró el anuncio del cambio de la meta inflacionaria de 2018 para el inalcanzable 15%.
Precisamente, haber sido “muy optimista” al fijar esas metas “altamente positivas”, fue uno de los errores que admitió haber cometido el Presidente. El otro, dijo, fue la falta de coordinación en su equipo económico, es decir entre Hacienda y Finanzas y el BCRA.
Macri consideró “superada la turbulencia cambiaria” de los últimos días y pidió “trabajar entre todos para lograr una reducción del déficit fiscal. Hoy el Estado gasta más de lo que tenemos, esa carga nos genera vulnerabilidad y dependemos de que el mundo nos preste dinero para financiarlo”.
“Tenemos que alcanzar un gran acuerdo para ver cómo hacemos para terminar esta historia del déficit fiscal. No podemos seguir con parches y mentiras”, insistió. Y agregó, en tres ocasiones, que es para “consolidar los siete trimestres de crecimiento”.
El Presidente aseguró que se inauguraba una “etapa de pragmatismo” y destacó el “enorme esfuerzo que han hecho los argentinos en este tiempo, con lo cual se evitó -dijo- una crisis similar a la del 2001”. Y volvió una vez más sobre el mismo tema: “Hoy estamos en una posición más sólida, pero con el mismo problema de fondo, que es el déficit fiscal. Pero tenemos otra experiencia y estamos lejos de repetir una crisis”.
Sostuvo que el objetivo fundamental de su gobierno “sigue siendo bajar la inflación”, aunque “sin metas tan ambiciosas”, ya que “tiene que ser algo que tenga coherencia con la reducción del déficit fiscal”. Valoró en este sentido la reciente sanción de la Ley de Defensa de la Competencia.
Sobre las negociaciones con el FMI, negó que se haya hablado de leyes laborales y tipo de cambio. “No nos va a condicionar el FMI. Ellos no se meten con nuestra legislación ni con el tipo de cambio. Acá no existen agendas ni negociaciones ocultas. El Fondo no nos va a decir en qué número nos sentimos cómodos para reducir el déficit, pero la responsabilidad está ahora en los dirigentes y en sentarnos en una mesa”.
“No nos tiene que incomodar. El Fondo es una institución seria que hace buenos o malos acuerdos. En nuestro caso es bueno porque garantiza el crecimiento. No tenemos nada que ocultar. Todo es transparente. Acá no hay gente que se lleva bolsos a conventos, así que no nos molesta que nos vengan a inspeccionar”, acotó. La alusión se refirió a kirchnerismo y a José López, el ex secretario de Obras Públicas.
En otro momento, ratificó la postura oficialista sobre el proyecto antitarifazo que tratará Senado: “si hubiese habido alguna alternativa, hubiese sido yo el primero en tomarla” (ver página 8), aunque eludió confirmar si lo vetará en caso de su aprobación.
Y sobre el final, ante una pregunta, descartó una reelección: “Jamás he especulado y no he llegado para hacer lo que me convenga a mí”.