El año que viene habrá menos agua disponible. Los ríos también traen menos caudal del pronosticado. Por eso aumentan las tensiones por el uso y el cuidado de ese recurso.
Irrigación se prepara para “administrar la sequía”. En ese contexto, cobra más valor la caja de ahorro de agua: los glaciares.
La frase hecha “Mendoza es un desierto convertido en un oasis” va a dejar de ser retórica. Es que vamos camino a la década de emergencia hídrica y la situación que se creía excepcional, puede ser, en realidad, un nuevo punto de partida.
El mes que viene el Departamento General de Irrigación dará el pronóstico de escurrimiento de los ríos; es decir cuánta agua habrá a lo largo del año hídrico que no comienza en diciembre, sino en octubre. Pero los datos no son alentadores. Si esta temporada fue “pobre” en cuanto al volumen de agua disponible, el próximo sería “seco”. Es decir, con menos agua disponible. Es que casi no nevó y las reservas “rápidas” de agua están en cero. Salvo que ocurra algo extraordinario en este mes, todo indica que la situación empeorará.
Las estaciones nivológicas que tiene Irrigación en las principales cuencas de la provincia, en las nacientes de los ríos, están en cero. Es decir, no hay nieve acumulada suficiente como para que funcionen como reservas.
De la misma manera, los ríos traen menos agua de la prevista. Para el mes de septiembre, por ejemplo, se preveía que el río Mendoza trajera 17 metros cúbicos de agua (por debajo del promedio). Sin embargo hoy lleva 13 metros cúbicos. El Río Tunuyán trae solo 9 metros cúbicos, cuando se esperaban 13. El Atuel trae 17m3, pero se esperaba un 15% más.
En el Departamento General de Irrigación hacen cálculos, pero sobre todo se preparan para la contingencia, pues la disputa por el agua se hace cada vez más dura. Ocurrirá con el uso agrícola, que es la actividad que más volumen usa, y también con otras como el uso industrial y el recreativo, que es el que más restricciones tiene. La prioridad es el uso para consumo humano, que no se puede restringir. Pero sí habrá, esperan, más control: Mendoza se prepara para administrar la sequía y no el agua excedente.
En ese contexto, lo que parecía también una disputa retórica, serán peleas reales. La pelea por el agua se acentuará. Hoy en la Suprema Corte de Justicia hay varias decenas de causas entre empresas por el uso del agua. Entre ellas, por ejemplo, están algunos gigantes de los alimentos, como la francesa Danone; empresas mineras de capitales canadienses, empresas de base agrícola de capitales nacionales y extranjeros, petroleras como YPF y el Estado como ente administrador de ese recurso.
La disputa es por el volumen que se destina a cada actividad, pero también por la calidad del agua y por el resultado luego del uso.
Cómo se usa el agua en Mendoza
La caja de ahorro
Como ha ocurrido en otros años, en la temporada 2018/2019 Mendoza dependerá de la “caja de ahorro” donde está guardada el agua de reserva; es decir los glaciares. Menos del 1% de la superficie de Mendoza son glaciares y en épocas de sequía abastecen al 100% de la población.
En total hay 1.239 km2 de glaciares, que están en 4.172 cuerpos de hielo. Los datos se conocen gracias al primer inventario nacional realizado por el Ianigla y coordinados por Ricardo Villalba. Los glaciares mendocinos tienen una particularidad. En su mayoría están escondidos bajo la superficie y tienen mucha altura. Eso puede ser un indicador, aseguran los especialistas, del aumento de la temperatura global.
Los glaciares descubiertos, por ejemplo, están a partir de los 4400 metros sobre el nivel del mar. Los glaciares de escombros aparecen en cotas más bajas, encima de 3.800 metros.
El área más rica en cuanto a “agua guardada” es el Valle de Uco. “La subcuenca del río Tupungato en la cuenca del río Mendoza y la subcuenca del sector norte del río Tunuyán en la cuenca del río Tunuyán son las que poseen la mayor superficie con hielo descubierto, con el 20% del total cada una. Los glaciares de montaña son los más numerosos con un 75%, mientras que los de valle representan el 25% restante. En las cuencas ubicadas hacia el este predominan en general las categorías de glaciar de escombros y de glaciar cubierto con glaciar de escombros”, indica el resumen del Inventario.
En los años de sequía absoluta, como ocurrió en 1968, el aporte de los glaciares es fundamental y aportan cerca del 40% del volumen de los ríos.
La década de la crisis hídrica puede sentar las bases también para generar conciencia, pero también políticas y debates para llegar a un manejo inteligente y sustentable de un recurso que no tiene reemplazo.