Trastienda del caso de los dos religiosos acusados de abuso en el Monasterio de Tupungato.
El caso de los monjes de Tupungato acusados de una larga serie de abusos sexuales está mutando de la clásica historia de “pueblo chico, infierno grande” a una verdadera novela polifónica que, ya en el capítulo inicial, despliega una trama que incluye: desde una “guerra santa” a culpabilizar al Papa Bergoglio, sin dejar de lado disputas judiciales, desacreditaciones al denunciante y teorías salvajes que terminan en jugosos negocios inmobiliarios.
La larvaria novela en cuestión interesará tanto al lector que busca condimentos regionalistas como a aquellos que ven el futuro de la narrativa -letra más, letra menos- en “140 caracteres”: es que los rumores que inicialmente iban de boca en boca, como desplazándose por las rumorosas acequias del aparentemente tranquilo Valle de Uco desembocaron en las redes sociales donde las ideas rebotan, se fracturan, se parcializan y terminan en un especie de ruido blanco (o pozo negro).
A la guerra con sotanas
Si como dice el dicho “el hábito hace al monje”, el sacerdote Diego Roque, alias “Diego de Jesús” -detenido e imputado junto con Oscar Portillo por abuso sexual agravado por acceso carnal; tentativa de abuso sexual agravado por acceso carnal; abuso sexual simple agravado por ser figura de autoridad; corrupción de menores y corrupción de mayores- parece haber cambiado la sotana por un uniforme militar.
En una carta que se conoció a través de un blog “Adoración y liberación”, dice a modo de apertura: “Queridos hermanos míos: La guerra, finalmente, ha comenzado. Bendito sea Dios”.
Luego apunta: “Como todo soldado sabe, los miedos y temores, angustias e incertidumbres, son fantasmas horrendos que terminan definitivamente cuando el primer fogonazo da comienzo a la contienda. Ahí terminan los miedos y empieza la Acción de Dios. Por eso, de nuevo: comenzó la guerra, arrancó el combate; ¡Enhorabuena!”
Luego cuenta cómo pasan los días de detención en la alcaidía de Tunuyán junto a siete “reclusos” en una pequeña celda que él compara con el cielo, en tanto que al encierro lo compara con “un estado monacal puro”.
Además, hace otra comparación “por elevación”: en ese lugar, dice, la única tentación es “creernos los Van Thuam”, en referencia a Francisco Javien Nguyen Van Thuan, obispo vietnamita que pasó 13 años detenido por el régimen comunista y que ahora, tras su muerte, está en proceso de beatificación.
Contra el Arzobispado y el Papa argentino
Ni bien se conoció el caso de los monjes, la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina emitió un comunicado donde sostiene que el caso “representa un eslabón más de la larga cadena de abusos de poder que se comete en la Iglesia
Recuérdese que el asunto, antes de que llegara a la Justicia, ya era conocido por las autoridades del Arzobispado de Mendoza comandado por Marcelo Colombo.
Al respecto, existe un investigación administrativa de la Iglesia local que es considerada por la red como “violatoria de elementales garantías para las víctimas”.
El jueves pasado, el arzobispado ordenó el cierre temporario del monasterio.
“El Arzobispado de Mendoza forma parte del sistema de encubrimiento avalado por el papa Francisco”, dice el comunicado de la red.
Jugoso negocio inmobiliario
Un día después de que los sacerdotes Roque y Portillo fueron detenidos en el Valle de Uco comenzó a circular el rumor de que la denuncia escondía un negocio inmobiliario más que importante.
La idea -alocada o no- tiene un precedente: el edificio del colegio Próvolo que, entre gallos y medianoche, fue comprado por el municipio de Luján, conducido por Omar de Marchi, a un precio -se dice- muy inferior al del mercado y en cómodas cuotas, ante las críticas de las familias de los chicos y las dudas sobre futuros resarcimientos económicos.
Pues bien, la teoría que profesan en ámbitos cercanos a los monjes es que se trataría de una denuncia “armada” para conseguir que el monasterio, enclavado en una paradisíaco lugar, sea vendido a “gente relacionada con el poder”.
“Existen amenazas a “Fray Diego” y al padre Oscar para que vendieran las tierras o se las iban a sacar de alguna forma”, sostiene el presunto padre de un joven que estaba en el monasterio a través de un audio que se viralizó.
Cinco millones de dólares
En Tupungato ya nadie recuerda si los monjes del Cristo Orante compraron o los terrenos para construir el monasterio o fueron donados, allá por 1996, cuando esas resultaban poco atractivas y baratas.
Dos años después -con la llegada de Salentein, por ejemplo- muchos se dieron cuenta que la zona era ideal para hacer vinos que hoy enamoran y también se premian.
El monasterio del Cristo Orante está ubicado en las altas tierras de Gualtallary, a 14 kilómetros de Tupungato, donde cada hectárea cuesta entre 50 y 70 mil dólares, si están cultivadas.
Los terrenos ocupados por los monjes son 70 hectáreas cuyo valor podría llegar 5 millones de dólares porque el lugar está parcialmente cultivado con viñedos, frutales y nogales de altísima calidad. Y, dicen, abundancia de el más elemental de los líquidos: agua.
Asociación civil (y religiosa)
Sea verdad o fantasía la hipótesis de un negocio inmobiliario encubierto, lo cierto es que si las denuncias por abusos prosperan, también podría iniciarse una demanda por daños y perjuicios que se traduciría en pesos.
En el caso de venta y también de demandas habría que apuntar a los monjes ya que, tal vez, el Arzobispado quede afuera del asunto.
Atención a este dato: es que -tal como informa el portal de noticias del Valle de Uco “Infouco”- el Monasterio de Cristo Orante pertenece a una asociación civil que está encabezada por los religiosos denunciados y por otras personas que trabajan por la institución.
Tal como están las cosas, la investigación recién comienza y para la Justicia existen elementos sólidos en esta etapa de la instrucción para mantener a los religiosos detenidos. Habrá que ver ahora si se acepta el pedido de prisión domiciliaria.
De esto no se habla
Por otra parte, los querellantes también le han puesto una mordaza mediática a fiscal, solicitando al Ministerio Público Fiscal que no dé información a los periodistas porque se revictimizaría al denunciante.
La medida es al menos llamativa porque esos mismos abogados son una suerte de “voceros oficiales” de otro caso que involucra a religiosos y a menores: el Próvolo.
Una grieta judicial en ciernes
Por otra parte, en el ámbito judicial la denuncia contra los monjes del Valle de Uco no se queda atrás: se acaba de abrir una “grieta” entre el jefe de los fiscales y los abogados que están representando al denunciante (querellantes).
Es que los abogados de Xumek -Sargio Salinas y Juan Lavado- han recusado y pedido el apartamiento de Javier Pascua, jefe de los fiscales del Valle de Uco y principal investigador del caso junto a los fiscales Jorge Quiroga y Facundo Garnica.
Generalmente, fiscales y querellantes, con los mismos intereses, trabajan mancomunadamente. Pero en este caso “no hay equipo” porque existe una suerte de grieta que tiene varios años al punto que es hereditaria (de Diego Lavado ha pasado a su hijo Juan).
Es una disputa larguísima -este resumen tal vez no conforme a las partes- con una larga serie de recusaciones, acusaciones por xenofobia y colaboracionismo con los militares y una denuncia contra Pascua por instigar a vandalizar el monumento por la Memoria que finalmente se archivó por falta de pruebas.
La disputa también se desplaza, por momentos, a la Justicia Federal, con impugnaciones a Pascua cuando concursa por cargos de camarista.
Así las cosas, habrá que ver si el procurador, Alejandro Gullé, decide dejar a Pascua o desplazarlo de caso.
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