La inflación se desaceleró en diciembre y se habría ubicado en torno al 2,5%. Esta relativamente buena noticia para el Gobierno será tapada por la lectura del índice en términos anuales.
Cuando el INDEC divulgue hoy los datos oficiales se confirmará lo que ya todo el mundo sabe a esta altura: la inflación de 2018 fue la más alta en los últimos 27 años.
Se estima que el índice anual se acercará al 48%, el peor nivel desde 1991 (ese año superó el 60%) e incluso más alto que el salto inflacionario de 2002, luego de la megadevaluación que llevó al dólar de 1 a 4 pesos. Sin embargo, en aquella oportunidad las tarifas congeladas y la recesión galopante impidieron un traslado pleno a precios.
En diciembre jugó positivamente la disminución del precio de las naftas, el hecho de que no había ajustes tarifarios previstos y sobre todo la estabilidad del tipo de cambio. Para enero se espera que el índice vuelva a ubicarse en torno al 2,5% por factores parecidos, aunque sí hubo algunos aumentos tarifarios como el agua y el transporte. Sin embargo, el dólar en baja es clave para que los precios de los alimentos tengan menos presión.
Fue justamente el aumento de la canasta básica, especialmente alimentos, lo que impulsó tanto la inflación en 2018. Pero detrás de ese fenómeno está la suba del dólar, que duplicó su valor en un año. La devaluación termina siendo un verdadero castigo para los más pobres, que gastan todos sus ingresos en alimentos y vestimenta.
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