Antes del caso de violación donde fueron acusados dos monjes del monasterio de Tupungato, el Arzobispado había iniciado una investigación.
A fines de 2018 salieron a la luz detalles de la denuncia de un joven ex seminarista en la Justicia mendocina. La víctima dijo haber sufrido abusos sexuales en el Monasterio del Cristo Orante (Tupungato) mientras estuvo internado, episodios por los que están imputados y detenidos desde el 27 de diciembre los curas Oscar Portillo y Diego Roqué.
Sin embargo, la víctima ya había realizado dos denuncias en el Arzobispado local –en 2015 y en marzo del año pasado– y una en la Justicia –en octubre de 2018–. Incluso, tras la primera denuncia, el entonces arzobispo Carlos Franzini sancionó a Portillo quitándole el rango de máxima autoridad en el monasterio (priorato) y trasladándolo a San Luis. Una comisión eclesiástica comenzó en marzo una investigación clerical.
Y las conclusiones del procedimiento, a cargo de Mario Panetta y Ricardo Poblete, fueron contundentes: detallaron que Portillo reconoció “su propio pecado” contra la víctima, aunque no ahondó en detalles. “Se lo notó muy compungido y nervioso”, ampliaron. El cura confesó que el hecho fue “en el orden sexual”, pero afirmó que era la víctima quien lo acosaba. “Nos cuesta entender como personas adultas (…) que se dejen acosar por un joven de 18 años”, concluyeron los investigadores al respecto.
Según el informe, el relato del denunciante es verosímil, y sin contradicciones con lo denunciado en marzo. También destaca que no ha tenido intención de perjudicar a la Iglesia “yendo a los medios de comunicación”. “Explícitamente su intención es evitar que otras personas sufran lo que él padeció”, afirmaron.
Respecto a los imputados, los investigadores eclesiásticos resaltaron haber constatado a través de las declaraciones de testigos “una conducta sistemática de manipulación de conciencia de las personas por parte de ambos sacerdotes”. Y destacaron que muchas de las personas que se relacionaron con ellos, y que luego fueron entrevistadas, “han sufrido descalificaciones, humillaciones y actualmente sufren consecuencias”. Al cierre de las conclusiones, Panetta y Poblete sugirieron “que se puede dar crédito a la denuncia” y que “se debería proseguir con la investigación”.
Desde el Arzobispado ratificaron que a raíz de la verosimilitud de la denuncia habilitaron el proceso que juzgará los hechos. Pidieron además autorización a la Signatura Apostólica para que el juicio sea llevado adelante por otro tribunal eclesiástico y así garantizar la objetividad. Actualmente la causa se está tramitando ante el Tribunal Eclesiástico de Buenos Aires.
Otro detalle llamativo en la causa -penal y eclesiástica- tiene que ver con cómo logró regresar Portillo al monasterio de Tupungato y recuperar su rango de prior luego de la denuncia y sanción del 2015.
Contradicción
Además de entrevistarse con el denunciante y con los monjes; los investigadores mantuvieron encuentros con presbíteros y fieles laicos. Al momento de detallar la entrevista con Roqué, sostuvieron que les llamó la atención la descalificación permanente del cura para referirse a la víctima. Indicaron además que le atribuía al joven “serios problemas psíquicos”.
Pero los encargados del informe aclararon que no contaba con un diagnóstico profesional que los ratificara. También notaron contradicciones entre los testimonios de los monjes. Mientras que Roqué afirmó que su par no había aceptado los cargos sexuales, luego el propio Portillo reconoció los hechos.
Roqué dijo también que Franzini había desestimado la primera denuncia contra Portillo
“Nos parece que el padre Diego Roqué Moreno ha mentido. No sólo porque posteriormente en su declaración el Padre Oscar Portillo admite los hechos de su pecado, sino porque se puede constatar en los archivos del Arzobispado la Amonestación Canónica que monseñor Franzini le hiciera al padre Oscar Portillo”, destacaron los investigadores, y aclararon: “estos hechos nos siembran fundadas sospechas sobre la sinceridad de sus dichos en la declaración”. Roqué también recalcó que el denunciante no era menor de edad.
El detalle es que el joven habría comenzado a frecuentar el monasterio, antes de ser seminarista, con 17 años, y algunos episodios habrían ocurrido entonces. Al momento de su entrevista, Portillo desligó a Roqué de cualquier “desorden sexual”, confirmó la sanción de Franzini, mantuvo una actitud descalificadora sobre el denunciante y tuvo algunas diferencias en el relato.
Actitudes “antipapales”
Entre las conclusiones, Panetta y Poblete (investigadores de la comisión eclesiástica) destacaron que, por los testimonios recabados, “hay en el monasterio una constante actitud contra el Papa Francisco, los obispos, y en general hacia el clero (…). Eso nos preocupa, porque es una actitud sistemática y poco eclesial, que se puede ver reflejada en los escritos del Padre Diego Roqué Moreno, que nunca los quiere firmar, y que pidió a otros que los difundan, sin revelar la fuente”. Los sacerdotes continúan detenidos, aunque desde el 30 de enero lo hacen en la modalidad de prisión domiciliaria.