El Gobierno provincial seguirá la evolución de los contagios los próximos 10 días y maneja dos escenarios pesimistas según los números: eliminar algunas flexibilizaciones o regresar a la fase 1.
Una bala de plata que ya ni siquiera está resguardada en un bolsillo o un cajón, sino que está preparada en la cartuchera. Esa es la que se reserva el Gobierno de Mendoza antes de tomar la drástica decisión de dar marcha atrás y retrotraer todas las actividades a fase 1, la más restrictiva de todas. Esa que rigió durante las primeras semanas del brote de Covid-19 en todo el país.
En ese momento, solo se permitía la circulación en casos excepcionales y con autorizaciones específicas para los que trabajan en actividades consideradas esenciales. Era cuando apenas funcionaban supermercados, comercios de barrio y farmacias.
Si bien la intención del Ejecutivo no es regresar a esta etapa -sobre todo porque implicaría el cierre del comercio en general y de otras tantas actividades que se han reactivado con limitaciones-, los altos números de contagiados durante los últimos días llevaron a considerar la posibilidad de apretar ese “botón rojo” de emergencia antes del 22.
Hasta ese día tiene vigencia el reciente decreto provincial. En ese sentido, los próximos diez días y la evolución de la curva de contagios serán claves. Y si los números siguen siendo preocupantes podrían aplicarse nuevas restricciones y hasta regresar a la fase 1 (como hizo ayer San Luis) antes del 22.
El lunes 14 es una fecha clave para el Gobierno. Hasta ese día se observará con detenimiento la evolución de los contagios. Y si se mantienen registros como los de los tres primeros días del mes (que sumaron 1.733 positivos y llevaron el total provincial a 9.140 -ver página 2-), no quedará otra que ser extremadamente severos en la definición de actividades permitidas.
Incluso, desde la Nación hay un diálogo constante con Mendoza y siguen de cerca la situación: el presidente, Alberto Fernández, confirmó que el lunes próximo visitará Mendoza “para ver cómo puede ayudar” a sobrepasar la pandemia, luego de haber cuestionado la semana pasada las flexibilizaciones en la provincia.
Retroceder, la opción no deseada
Cuando anunció las nuevas restricciones al comienzo de esta semana, el gobernador Rodolfo Suárez adelantó que sería la última oportunidad de intentar controlar las cifras de la pandemia a través del distanciamiento social en Mendoza. Y detalló que si hasta el martes 22 no disminuían los contagios, no quedaría otra salida que regresar a la fase inicial.
Dentro de los escenarios más pesimistas -sin llegar al aislamiento total- lo que podría definirse de acuerdo a la situación sanitaria en los próximos diez días es la incorporación de nuevas restricciones, aunque sin formalizar un cambio de fase ni tomar la abrupta decisión de “cerrar todo”. Esto significa, mantener el sistema on-off que ha predicado el Gobernador durante los últimos meses y que implica permitir o restringir actividades concretas de acuerdo al día a día.
En el peor de los escenarios, y de registrarse cifras que sigan rompiendo los techos diarios de forma consecutiva, aquí podría anunciarse una rigurosa marcha atrás. En pocas palabras: la provincia tiene la fase 1 “a la vista” y aunque tiene en claro que lo más recomendable sería precisamente “cerrar todo”, antes de retrotraer la situación a la etapa más restrictiva, intentaría un paso intermedio.
Desde el martes último quedó restringida en Mendoza la actividad en clubes (fue suspendida), mientras que los restaurantes y cafés solo pueden atender presencialmente a los clientes en mesas ubicadas en el exterior o al aire libre. Además, no puede haber más de cuatro personas por mesa. Estas fueron las últimas medidas adoptadas para frenar al virus.