Era empleado del mecánico al que una mujer le había dejado el vehículo para que fuera reparado.
El robo de un vehículo hace dos meses, en el Valle de Uco, generó un conflicto civil entre la damnificada, una compañía de seguros y un taller mecánico. Si bien las partes se han comprometido para llegar a un acuerdo, el principal acusado no ha recibido sanción alguna, más allá de que fue despedido de su trabajo.
Todo comenzó el 20 de agosto pasado luego de que la señora Páez -como pidió ser identificada- llegó al taller Olguín, ubicado en Tunuyán. La mujer había tenido un choque y Seguros Rivadavia, la compañía contratada por ella, la derivó allí para que le realizaran los arreglos.
Daños. El auto sufrió destrozos y estaba “regado” con alcohol.
El trabajo sería bastante sencillo ya que se trataba tan sólo de la reparación de un guardabarros. Sin embargo, un par de días después, Páez recibió un llamado para nada agradable. “Me llaman el 22 de agosto y me dicen que el auto había sido secuestrado por la Policía y que estaba en Zapata (distrito de Tunuyán). Un empleado del taller se había quedado a dormir en el lugar y supuestamente tuvo que salir a socorrer a una embarazada a las 5 de la mañana en mi auto y lo agarró la Policía”, explica la mujer.
“Cuando veo cómo estaba (el auto), era realmente un desastre. Le habían sacado los apoyacabezas, el parasol estaba en el piso, había un parlante atrás, cajas de vino y botellas de cerveza tiradas; tenía rayones”, detalla la mujer.
El joven que iba al mando del rodado, un Renault Clio modelo 2012, fue multado por la Policía en aquella madrugada por la falta de documentación del coche y por alcoholemia positiva, según la propietaria. La infracción fue de $ 18.000.
“En ese momento me pidieron que no hiciera la denuncia porque íbamos a arreglar, ya sea lo económico y los daños. Pero han pasado dos meses y todavía no llegamos a una solución. Desde el seguro me dicen que tengo acordar con el taller, pero con su dueño hemos hablado y por ahora no hay respuestas. Necesito que se cancele la multa porque el joven al que se la hicieron no piensa pagarla y tengo que vender el auto sin medidas pendientes”, agrega Páez.
Principio de acuerdo
Los Andes se comunicó también con Esteban Olguín, dueño del taller, quien se mostró predispuesto a solucionar el conflicto. “Mi error fue no denunciar el robo del auto. En ese momento noté que la señora tenía buena voluntad y no quise complicar más a este muchacho, que la verdad es que se mandó una macana y, si lo denunciaba, iba preso.
Era empleado mío y lo despedí por esto. Me costó una indemnización de $ 79.000”, dijo.
“Al auto se lo entregué lustrado y en condiciones. Ahora quiero pagarle la multa para reparar de alguna manera lo que pasó y para responder por mi empleado”, agregó.
Este diario no logró contactarse con representantes de Seguros Rivadavia, aunque una fuente especializada sostuvo que a la compañía le correspondería sólo afrontar los daños ocasionados mientras el rodado estaba en el taller o bajo el cuidado de sus responsables. La multa debería pagarla el joven que sacó el auto del taller y que fue sancionado por la Policía por manejar sin papeles, sin carnet y por ingerir alcohol en exceso. También hay versiones de que estaba haciendo picadas. Ante su falta de colaboración en el hecho y frente a las presiones de la titular del auto, el dueño del taller pagará los $18.000, tal cual confirmaron los protagonistas del caso.