Empresarios mendocinos calificaron de “aberrante” e “inaceptable” la decisión del Gobierno nacional de gravar el producto con un impuesto permanente.
Furiosos, indignados y desencajados se mostraron ayer los referentes de la industria vitivinícola tras enterarse de que el Gobierno nacional anunció que le aplicará un impuesto interno al vino y a los espumantes, cuyo valor final tiene dos versiones: según el Ejecutivo de Mendoza será del 10% y según la planilla que mostró la Nación en los anuncios, será del 17%. El ministro de Economía de Mendoza, Martín Kerchner, indicó que la cifra mayor estaba errada.
La bronca de los bodegueros es por el bolsillo y mucho más. Tiene que ver con el estatus actual del vino, que es lo que justifica que no se cargue impuesto al producto.
Y es que en un hecho insólito y de claro desconocimiento, el ministro de Hacienda de la Nación, Nicolás Dujovne, justificó gravar el vino por que lo consideró entre las bebidas azucaradas y las alcohólicas no saludables. “Justamente, el vino no es ni una cosa ni la otra”, bramaron los bodegueros por la tarde en conferencia de prensa, destacando que “está mundial y científicamente probado que es una bebida saludable”.
Todo pasó juego de una larga reunión que mantuvieron con el ministro de Economía de Mendoza, quien se mostró solidario junto a los bodegueros, pero acrítico con el Gobierno nacional.
Walter Bressia, de Bodegas de Argentina, visiblemente molesto, se lamentó: “No puedo entender lo que se ha hecho acá. A ningún país del mundo se le ocurriría decir que el vino es una bebida no saludable. Es una ofensa al sector”.
“Sobre todo –continuó– porque la ley que declara al vino Bebida Nacional propone su promoción como bebida saludable”.
José Zuccardi, de la Unión Vitivinícola Argentina tomó la voz cantante del sector y fue implacable al respecto:”Gravar el vino con impuestos internos es una aberración. Considerar que el vino como alcohol y no como alimento es inaceptable. Nuestra postura es que la ley debe ir al Congreso sin gravámenes para el vino y creemos que es un error muy grande el que cometería el Presidente de la Nación, enviando al Congreso el proyecto tal como está”.
La referente de la Cámara Vitícola Argentina, Hilda Wilhelm, agravó el cuadro al remarcar: “Somos la única economía regional del país que ha sido gravada con un impuesto”. Y luego disparó un misil para el Gobierno nacional dando a entender que tiene mayores preferencias por las multinacionales que por el trabajo argentino.
“No deja de sorprendernos –dijo Wilhelm– que las gaseosas light no tributen a pesar de sus fórmulas secretas y que son elaboradas por multinacionales, cuando todos sabemos qué es el vino y cuáles son sus componentes, y que el vino se hace en la Argentina y genera trabajo argentino”.
Kerchner destaca la labor propia
Mientras los bodegueros destilaban calentura y frustración sin perder los modales, en medio de ellos, el ministro de Economía, Martín Kerchner, trataba de salvar la ropa del Gobierno de Mendoza y prometer que irían por más en forma conjunta, a reclamar a la Nación para que se elimine el impuesto anunciado.
Kerchner destacó: “La propuesta original del Gobierno nacional era gravar con el 25% a todas las bebidas y por los reclamos, gestiones y reuniones que el gobernador y yo hicimos por este tema, logramos un diferencial importante, quedando el gravamen en el 10%”.
Cuando se le alertó que el cuadro mostrado en el anuncio nacional dice 17% para vinos y sidras, el ministro aclaró: “No es así, la primera cifra fue el 25%, después bajaron al 17% y la última propuesta que nos hizo ministro Dujovne fue del 10%. Hay que ver cómo queda finalmente en el proyecto”.
Ante el desaliento y el mal humor de los empresarios bodegueros, Kerchner recalcó: “El gobernador está hablando con las autoridades nacionales para hacer mejor ese diferencial que hemos conseguido”.
El funcionario indicó que hay que continuar insistiendo “para sensibilizar a los funcionarios nacionales”.
Haciendo equilibrio para no quedar pegado de un lado ni del otro, el ministro Kerchner rescató que las medidas fiscales anunciadas por el Gobierno nacional redundarán en beneficios, más eficiencia y competitividad a la vitivinicultura, pero admitió que estas aún no se pueden notar en la práctica.
Aunque la reunión de ayer fue áspera por el mal humor imperante, la industria vitivinícola decidió mostrarse alineada con el Gobierno provincial para ir a reclamar juntos a Buenos Aires, con la misma estrategia y el mismo discurso.