Cientos de Maestros Rurales de distintos puntos del país se dieron cita en el Hotel Turismo Tupungato. “La voz y la palabra como compromiso” concluyeron los docentes.
Durante 7 días, maestros rurales de diferentes provincias del país, se reunieron en Tupungato, para concretar una nueva edición del Encuentro Nacional de Maestros Rurales, organizado por A.M.R.A (Asociación de Maestros Rurales Argentinos); donde intercambiaron experiencias y participaron de diversas capacitaciones y talleres; además de trabajar y compartir diferentes metodologías de aprendizaje.
Las provincias que se dieron cita fueron: Santa Fe, Salta, Río Negro, La Pampa, Jujuy, Entre Ríos, Corrientes, Córdoba, Catamarca, Buenos Aires, Chaco, Tucumán y Mendoza siendo la anfitriona.
“Hemos tenido la oportunidad durante 39 años de darle un espacio al maestro rural, donde él puede exponer sus experiencias, hacer intercambios de las mismas, autoperfeccionarse y recibir el cariño y reconocimiento de todos los demás que concurren”, comentaba Silvia Micceli, de la provincia de Córdoba y una de las fundadoras del Encuentro Nacional de Maestros Rurales.
Pasaron varias temporadas de aquél enero del año mil novecientos setenta y nueve, varios maestros fueron y vinieron, “los dinosaurios fundadores” dejaron huellas tras su paso y algunos ya partieron. Numerosas escuelas rurales florecieron a luz de A.M.R.A, cientos de niños habrán visto luces en sus trayectorias escolares por las experiencias docentes compartidas en todos estos años.
“Queremos agradecer especialmente a Tupungato porque el encuentro fue posible gracias a la bondad y la solidaridad de todo el pueblo y el municipio”, destacaba María Cecilia Funes, Presidente de la Asociación A.M.R.A; quien además hizo una mención especial, por la excelente atención brindada por el Hotel Turismo Tupungato, manifestando que los docentes se sintieron como en casa.
Manteniendo la esencia de aquel primer encuentro, hoy se desafían a proponer otras formas de educar y a compartir nuevas experiencias, buscando colectivamente poner lo mejor de sí mismos, para hacer de la educación rural, la proyección de alumnos formados en valores imborrables y aprendizajes constantes, confiando que todo ello será retribuido en el deseo de un país mejor.
Conclusiones realizadas por los docentes en el 39º encuentro
-La voz y la palabra como compromiso: Que no sea la palabra mero cotillón, que siempre sea mejor que el silencio. El docente rural no puede ser indiferente al poder de las palabras, éstas, conscientes o no, siempre tendrán una función social.
-La voz y la palabra como desafío personal: Que requiere de valentía, memoria y autorreconocimiento. En los espacios donde participen docentes rurales, tiene que existir una voz diferente, que se haga lugar para ser escuchada.
-La voz y la palabra como una responsabilidad histórica: Como herencia y legado para los que vienen. En este sentido, encontrarnos, comunicarnos y activarnos como “cuerpo colectivo” que habla y que construye responsablemente su historia y la de los que vendrán.
-La voz y la palabra como parte de nuestros paisajes, nuestros sentires, nuestras luchas y nuestras ideologías: El docente rural, partiendo de sus propias experiencias, puede y debe construir teorías que apuntalen a la vez sus prácticas.
-La voz y la palabra con su función social y discursiva: Siempre hablamos y escuchamos con otros y otras.
-La voz y la palabra como juego y disfrute: Perderle el miedo a las palabras, descubrir el placer de tomarlas por alas para volar por los mundos pero también para sondear nuestro interior. Los juegos se heredan desde las palabras, y desde allí nos anclan en la historia y la comunidad.
-La voz y la palabra como construcción de ciudadanía: Quien toma la palabra será ciudadano, y podrá elegir su futuro. El docente rural debe facilitar canales de acceso a la palabra y a su circulación horizontal. Vive en sociedad, por lo tanto es un ser político, y como tal debe asumir postura y transformar la realidad, la tarea docente no es neutral y nunca será apolítica.
-La voz y la palabra como un derecho de quienes parecen no tener voz ni palabra: El docente rural debe asumir como compromiso ser facilitador para los que histórica y actualmente silenciados puedan expresarse y enriquecerse junto a la comunidad con sus saberes.