Los especialistas advirtieron que la pérdida en Malargüe es “demoledora”. El Iscamen reconoce que envenenar carroña es una práctica común.
“Para la especie es un desastre, los deja al borde de la extinción en Argentina y Chile”, dice la veterinaria y referente de la Fundación Cullunche Jennifer Ibarra respecto de los 34 cóndores muertos hallados en la localidad de Los Molles, en Malargüe, que aparentemente habrían sido envenenados por crianceros de la zona.
El hallazgo fue realizado por un grupo de andinistas mientras practicaban trekking en la zona. Los animales encontrados estaban amontonados en tres grupos distintos, en los que también había un puma, corderos y una oveja, con muestras de haber sido quemados, aunque no en su totalidad.
Como se ha dicho, el envenenamiento de animales, como el puma, o de carroña se realiza desde tiempos ancestrales para cuidar al ganado mayor que va a realizar las veranadas a alta montaña. “Esto no significa que esté bien, pero es una práctica que se realiza cada verano”, reconoció Alejandro Molero, titular del Iscamen.
Mientras se esperan los resultados de las pruebas toxicológicas realizadas a los cóndores en Buenos Aires y que estarán listas en 15 días, todos los consultados coincidieron en señalar que es necesario implementar la trazabilidad de los agrotóxicos para determinar responsables en caso de que ocurran casos similares.
En peligro
Durante 2017 en todo el territorio argentino perecieron por diferentes causas 32 cóndores, 19 en Jujuy como consecuencia de envenenamiento. En tanto, otros 5 aparecieron sin vida en Malargüe y de esos, en tres casos se halló carbofurán tras las pericias toxicológicas. En 2016, 20 fueron hallados muertos en Chile. Recordemos que este ave, patrimonio provincial, habita la región andina.
“Esto es la punta del iceberg, porque son los animales que encontraron. Pueden haber muerto muchos otros en otros lugares. Lo que ocurre con la muerte de tantos adultos (30) es que pasará un tiempo importante sin pichones. Habrá que esperar a que los juveniles tengan edad para reproducirse y luego a sus pichones. Para la especie es un desastre. Los deja al borde de la extinción en Argentina y Chile”, señaló Ibarra.
Por su parte Luis Jácome, presidente de la Fundación Bioandina Argentina, aseguró que es muy difícil cuantificar la cantidad de cóndores que quedan en la región pero explicó que por ejemplo, en Venezuela quedan sólo 12 ejemplares y que la cantidad de muertes en Malargüe representa la mitad de cóndores que existen en Ecuador.
“En 26 años logramos que nacieran 64 cóndores. Esos pichones tardaron 12 años en ser adultos. Y esos adultos, que son monógamos, tienen una cría cada 3 años por lo que el impacto de lo sucedido es desastroso, demoledor. Han quedado en un grado límite. Es muy grave”, explicó Jácome lamentando que en 13 meses en la región murieron 66 cóndores y que en la costa atlántica este animal se encuentra extinto.
Trazabilidad
Los especialistas consultados coincidieron en la importancia de lograr la trazabilidad de los agrotóxicos. “Es decir que para poder comprar un agroquímico se cuente con una receta, que quede archivada y para que de esta forma se pueda saber quién la recetó, donde se compró y con qué destino”, explicó Molero, del Iscamen.
El funcionario explicó que los agrotóxicos que habrían matado a los animales se utilizan habitualmente con un fin específico en dosis que quedan lejos de ser letales. “Pero el concentrado del agrotóxico que pusieron en los animales fue envenenamiento liso y llano”, indicó.
El titular del Iscamen dijo además que los agrotóxicos usados son de la familia de los fosforados, que son elementos que ya se están dejando de usar (ha disminuido 70%) y que la tendencia es prohibir su uso. “La idea es que vayan siendo reemplazados por productos de banda verde”, aclaró.
Por ahora, están a la espera de que salga la ley de agroquímicos que prevé la receta agroecológica para poder comprar el agroquímico y de esta forma poder establecer la trazabilidad de los mismos. “Así se va a tender a la disminución de este tipo de hechos”, admitió.
Para terminar, dijo que el uso de estos tóxicos también pueden ser mortales para las personas, incluso si una pluma de cóndor con este veneno es tocada por una persona que luego se lleva la mano a la boca.