Lo dijo Miguel Fortunato, padre de Genaro, el rugbier atropellado en San Rafael en 2017 por Julieta Silva, con prisión domiciliaria.
Poco más de seis meses transcurrió desde la fatídica madrugada del 9 de setiembre de 2017 cuando afuera del bar Mona en San Rafael Julieta Silva (29) arrolló con su auto y mató a Genaro Fortunato (25).
Madre, padre, hermanos quedaron devastados y debieron recurrir a ayuda psicológica para atravesar el duro golpe que les asestó la vida.
Miguel Fortunato es ingeniero electromecánico y alterna su labor diaria entre los encargos privados y dar clases en la UTN.
Como amante de las ciencias exactas busca siempre hilvanar frases que deriven indefectiblemente en una explicación racional de los sucesos que lo rodean; sin embargo, pese a dar vueltas de un lado para el otro los acontecimientos, el resultado final de la ecuación es siempre el mismo: no hay explicación posible.
“Nos está costando mucho, estamos con ayuda psicológica porque no es fácil. Para mí todas las cosas tienen que ser explicables y esto no es explicable, me saca de eje. La estamos pasando muy mal”, reconoció el papá de Genaro.
Fortunato está convencido de que Silva mató a su hijo intencionalmente, y lo refuerza tomando como fundamento los resultados de las pericias realizadas en el lugar del incidente.
Pero más allá de su pensamiento particular, Miguel reconoce que está preocupado por la Justicia, porque considera que no van tras la verdad basados en los hechos, sino que todo el proceso depende “del criterio que tenga el juez que vaya a saber Dios cuál será”.
También aseguró que sea cual fuere el dictamen final de la Justicia “a mi hijo no me lo devuelve nadie” y por eso en caso de tener a Julieta Silva enfrente “qué le voy a decir, putearla no tiene sentido. Más temprano o más tarde uno termina siendo artífice de su propio destino. Como dijo mi abuela: al final el que las hace las paga”.
Según reveló la autopsia, Genaro Fortunato murió por “aplastamiento de cráneo”, luego de que lo atropellara Julieta con un Fiat Idea. Al momento del hecho el joven rugbier tenía 1,8 gramos de alcohol en sangre, y la mujer también estaba alcoholizada, 0,8, pero se descarta que no comprendiera lo que estaba pasando. Un trapito fue testigo del incidente al igual que una pareja que estaba saliendo con el auto en ese preciso momento.
Silva sostiene que fue un accidente, que no lo vio a Genaro y en su defensa aparece el problema visual que padece (astigmatismo) conjugado con la lluvia que precipitaba en ese momento entre otros aspectos. Por eso a fines de noviembre se realizó la pericia lumínica y de mecánica del incidente con el fin de atar algunos cabos y los resultados se conocieron recientemente.
Miguel Fortunato conoce al dedillo las técnicas empleadas en los peritajes,primero por su profesión y en segundo lugar por haber efectuado estudios accidentológicos en otras oportunidades.
El padre de Genaro está convencido de que Silva nunca pudo haberse encandilado. “Por mi carrera estudié luminosidad, sé usar un luxómetro y sé interpretar los resultados. Por como lo midieron podría existir la idea que hay encandilamiento. Para que exista el encandilamiento tiene que haber una fuente de luz potente en forma intempestiva; si es gradual, no hay encandilamiento. Esa noche no había follaje (farola de la calle) para que se encontrara de golpe la luz (farola de la calle).
Otro de los aspectos que tomó de la pericia para analizar y sacar sus conclusiones fue la velocidad del auto y el punto de impacto.
“No hay indicios de la velocidad en ningún lado porque el pavimento estaba mojado. Eso se calcula por la cantidad de metros que arrastró el cuerpo de mi hijo.Entre 30 km y 40 km por hora. Mi hijo era robusto, por eso al encontrarse el cuerpo (Genaro tirado en el piso) el auto debe haber subido no menos de 25 cm. A esa velocidad termina siendo un cuerpo sólido, termina siendo como tragarse el cordón. No me imagino cómo alguien se traga un cordón y no se da cuenta. No me cierra, no hay forma. Es un impacto grande”, comentó y luego agregó: “Y dijo que creyó que era un pozo”.
Además de desmenuzar y realizar sus propios cálculos sobre las pericias encargadas por la Justicia, Miguel también repasa en su mente cada una de las 400 páginas que leyó del expediente. Ese cúmulo de información le permite racionalizar, en parte, el terrible episodio y llegar a una conclusión: “Por lo que leí e interpreté en el expediente y mi opinión basada en el sentido común, yo creo que fue intencional. Ojalá pudiera saber la verdad, sería grandiosa, porque si odio lo hago con fundamento y si no, no odio. Pero como no sé la verdad, tengo que basarme en el proceso y lo que pasa es que le perdí confianza al proceso”.
“Si fue un accidente, ¡pobre mujer! Pero no lo fue. Si vos acabás de atropellar a una persona no llamás por teléfono a una amiga y le decís ‘atropellé a Genaro, creo que lo maté’, como figura en el expediente. Si fuera yo, me hubiera desesperado, no podría respirar de la conmoción”, agregó Fortunato.
A la hora de opinar sobre la Justicia, Miguel deja aflorar sus pensamientos más profundos y reconoce que no le gustan. Con algo de temor, el ingeniero sostiene que al fin y al cabo todo se resuelve por la percepción “del juez que te toque” y no “de la verdad”.
“La Justicia no es lo que creí que era. El hecho fue uno solo, un juez dijo que fue exprofeso y que siguiera en la cárcel. Y los otros tres, que fue sin querer; y encima la retan a la fiscal y le dan prisión domiciliaria (a Silva). ¿Cómo puede ser que leyendo el mismo expediente se tomen decisiones absolutamente opuestas? Es una locura”, afirmó.
“El derecho no es una ciencia exacta como la que yo manejo -continuó Fortunato- pero que sea tan errática es una locura”, añadió.
También aseguró que tiene “un amigo en el Poder Judicial que me dijo que se iba (de la cárcel) y que le cambiaban la carátula (en la audiencia de prisión preventiva), tres días antes. Todos los sabían”.
“Entonces no importan las pruebas que consigas, no importa el abogado que contrates, solo termina importando el juez que te toque. Es como una lotería y eso me parece terrible, no lo termino de entender”, reafirmó.
Miguel trabajaba habitualmente con Genaro y tenían algunos proyectos laborales en conjunto a futuro, como un criadero de pollos. También estaba en la mente del rugbier explotar a fondo sus aptitudes para el deporte y probar suerte en Francia o Italia, junto con Fausto, el hermano.
Esos temas eran motivo de charlas cotidianas entre padre e hijo, no así las cuestiones amorosas por lo que afirma que “no sé el grado de compromiso que tenían; la vi un par de veces en la cancha, nada más”.
En cambio, sí está convencido de que “Genaro no estaba de novio con las dos a la vez como se llegó a decir. Terminó con la mamá de su hija y después empezó la relación con esa mujer”, dijo y un segundo más tarde añadió: “Pensaba que al estar con una mujer mayor que él, ella lo iba a estabilizar; pero el instinto paterno no funcionó. En los mensajes (extraídos de los celulares) se advierte una persecuta de esta mujer por celos. Lo tenía como un trofeo”, afirmó.