Descubrí la historia del puntapié inicial de lo que fue una nueva forma de comunicarnos.
En 1995, Shigetaka Kurita, un diseñador de interfaces japonés, registró el dibujo de un corazón para los teléfonos de Docomo, la compañía móvil en la que trabajaba, y oficializó el nacimiento de una nueva forma de comunicación. Desde entonces, desarrolló 176 caracteres basados en la cultura icónica de su país. A partir de 2004, el 17 de julio se celebra el Día Mundial del Emoji (“e” significa “imagen” y “moji”, “carácter”) y, como no podía ser de otra manera, la fecha elegida coincide con la que figura en el emoji de calendario de Android y IOS.
De aquél simple corazón surgido en el corazón de la cultura nipona a la innumerable cantidad de opciones disponibles en la actualidad, a la que cada año se suman nuevas propuestas, el proceso de aceptación del público fue igualmente vertiginoso. En 1964, más de 30 años antes de la creación oficial del emoji, el italiano Umberto Eco escribió “Apocalípticos e Integrados”, un libro que plantea dos visiones contrapuestas sobre la influencia de los medios masivos de comunicación. Con los emojis sucedía algo similar, pero hoy son cada vez más las personas de todas las edades que los incorporan a su lenguaje cotidiano. Veamos por qué.
Un jeroglífico moderno
Mucho tiempo atrás, civilizaciones antiguas como los egipcios y mayas desarrollaron los jeroglíficos, un modo de escritura a base de símbolos que los ayudaba a expresarse de manera sencilla y unívoca. En pleno siglo XXI, los emojis resignificaron este propósito y, pese a que constituyen una alternativa para economizar el lenguaje, también permiten enriquecerlo añadiendo acepciones y cargas emotivas según cada contexto. Es así como el corazón violeta, que fue creado para representar el amor prohibido, terminó siendo una referencia del feminismo, por ejemplo.
Mucho más que un sólo corazón
Tras los primeros pasos de Kurita, el padre del Emoji, fue Nicolas Loufrani quien dio el salto definitivo. En 1997, este francés, CEO de “The Smiley Company”, comenzó a experimentar con variantes animadas de los emoticones para plataformas móviles. Tal fue el éxito de sus ideas que en 2001 presentó “El nacimiento de un lenguaje universal”, un diccionario que contenía 393 “smileys” o dibujos, incluyendo comidas, sentimientos, animales y ocupaciones. Dos años después, el diccionario de Loufrani duplicó largamente el contenido inicial y se asoció a las compañías Motorola y Nokia, que lo sumaron a sus móviles, sin embargo, la gran victoria del emoji llegó en 2007, cuando Apple lanzó su primer iPhone y estos íconos se impusieron a nivel mundial.
El futuro ya llegó
En el año 2010 los emojis se incorporaron a Unicode, el sistema estándar para caracteres, lo que terminó de catapultar este lenguaje que hoy ofrece más de mil dibujos, es utilizado en todas las redes sociales e incluso trasciende la frontera digital, ya que se fabrican remeras, almohadones, llaveros y hasta parlantes con los emojis más célebres.
Su carácter universal y práctico, junto a la notable carga emocional que conllevan, dotan a los emojis de un potencial cuyo alcance exacto es difícil de imaginar. A más de 20 años del puntapié inicial dado por Kurita, el corazón continúa entre los emojis más elegidos del mundo entero, emulando esos momentos de la vida en los que las palabras están de más.
La hora de mate
El sueño argentino de incorporar nuestra bebida popular por excelencia al catálogo de emojis está cada vez más cerca. El mate quedó entre los dibujos finalistas aprobados por el consorcio Unicode y muy pronto sabremos si resulta definitivamente admitido a partir de 2019. La propuesta surgió de los propios usuarios y fueron Florencia Coelho, Daniela Guini, Martín Zalucki, Emiliano Panelli y Santiago Nasra quienes en marzo de este año oficializaron la moción nacional ante el organismo.