Las soberanas nacionales elegidas en 2018 entregarán sus atributos el 9 de marzo. Aquí, el detrás de escena de las chicas.
Sentadas en los “tronos” de una peluquería -así se perciben los asientos de esos lugares-, Julieta y María José parecen dos niñas que juegan a ser reinas. Las sonrisas cómplices, los guiños al peluquero o a la maquilladora y sus gestos reflejan satisfacción por la tarea cumplida, felicidad por el sueño hecho realidad.
La Reina Nacional de la Vendimia 2018, Julieta Lagos, y la Virreina Nacional, María José Di Marco, transitan sus últimos momentos “reales” con total naturalidad. Como si supieran el final del cuento que protagonizan.
Se atienden, se aconsejan, hablan de sus parejas, de la familia, de los colores de vestido que mejor les sientan. En la intimidad de este tiempo compartido, entre maquilladoras y estilistas, ellas están tranquilas, lejos de los nervios vividos ante la elección vendimial de 2018.
Y como metáfora de estos tiempos de cosecha, las chicas han madurado una tradición de la cual -ya lo saben- no van a despegarse jamás.
Ambas quieren continuar con acciones solidarias una vez convertidas en reina y virreina “de mandato cumplido”. Sobre todo en sus departamentos, Rivadavia y Tupungato respectivamente.
Coinciden en que la “coronita” es para la pose, para la foto y el saludo “real”. Lo disfrutan, como un juego. Pero ante todo son mujeres mendocinas que defienden la cultura de la Vendimia, están abiertas a los procesos de cambio que hoy atraviesan el reinado -de hecho, María José pasará a la historia como la primera soberana madre- aunque pelean por respetar la tradición de una fiesta que nos representa en el mundo entero.
El balance es positivo. Han cumplido con muchas acciones del año vendimial, sobre todo como embajadoras de la provincia. Julieta viajó a Panamá, a Costa Rica y a Uruguay.
Ambas recorrieron varios puntos del país y el próximo fin de semana promocionarán la fiesta en Carlos Paz y Cosquín.
Tanto Julieta como Majo pusieron el foco en el compromiso social. Ahí, sin embargo, reconocen no haber podido ayudar a todos los mendocinos que lo necesitan.
“Hay muchas necesidades en las que nosotras muchas veces no pudimos intervenir, no teníamos los recursos. Eso quizás desde mi inocencia creí que iba a poder cumplir, y por eso quiero continuar con acciones para los más necesitados más allá de mi reinado”, advierte Julieta Lagos, la esbelta rivadaviense que esta semana (el 24) cumplirá 22 años y que se ha propuesto este año recibirse de licenciada en Kinesiología y Fisioterapia.
Además de volver al vóley, su otra pasión, que tuvo que dejar durante su reinado.
Lo que a Julieta más le sorprendió al portar su corona es la repercusión social que ese acto conlleva. “Fui a lugares en los que tenía que explicar cuál era mi función y eso me encantaba. Además viví mucho más de cerca el fanatismo y la pasión que depositan en una reina, eso me sorprendió”, cuenta la reina.
Para la virreina la sorpresa pasó más por su maternidad. “Nunca sentí que me miraran mal, todo lo contrario: la gente me aceptó, la sociedad se pudo adaptar a este cambio de una virreina mamá y me brindó su apoyo, demostrándome que si uno se esfuerza por lo que quiere, puede lograrlo”, afirma la tupungatina, quien prepara para este 27 de enero el tercer cumpleaños de su pequeña Emma.
“Toda mi vida soñé con ser reina. Ha sido un año muy lindo, lleno de emociones, que colmó mis expectativas”, expresa María José Di Marco, y para este 2019 se ha propuesto terminar la carrera de Diseño Gráfico y Publicitario que dejó de lado por este virreinato.
Sobre el rol de la mujer actual, las jóvenes comparten que los valores y el respeto al otro, la inclusión, son temas que se educan. “Deben impartirse desde la casa, en el seno familiar, inculcar esos pilares hará que nuestros niños crezcan sanos de mente y alma, que formen parte de una sociedad mejor”, considera Majo.
De ahí que ellas no vean a la tradición vendimial como algo negativo ante los pasos ganados en la sociedad para el rol de la mujer y su derecho de igualdad de género.
“La Vendimia le da un lugar privilegiado a la reina. En ningún momento me sentí en un concurso de belleza o cosificada. Me han dado un lugar preponderante por representar a nuestra industria madre”, dice Julieta Lagos, quien es “festivalera” y de niña seguía a su mamá para verla bailar en encuentros folclóricos o en peñas del Valle de Uco.
“Cualquiera que ame la Vendimia puede representarnos. Es el pueblo el que nos elige, no pasa por una cuestión política o partidaria. Por lo menos yo no lo vivo así”, sostiene acerca de los prejuicios sociales por tildar a las reinas electas como “acomodadas” por el gobierno de turno, más aun en un año electoral.
Anécdotas
Reinas de ficción
Entre los divertidos momentos que Julieta y María José compartieron, uno les quedará por siempre: llegando al hotel, vestidas de reinas, una mamá les pedía a gritos una foto, mientras a su pequeña hija le decía: “Son como la princesita Sofía”.
¿Doble reinado?
Otro momento gracioso para María José Di Marco fue cuando en Buenos Aires, un porteño le preguntó quién era. “Le dije que era la Virreina Nacional de la Vendimia. Y me dijo: ‘Ah, ¿fuiste dos veces reina?’. Y contuve la risa para explicarle”, recuerda.